
Es algo así como una iglesia, pero mas pomposa que la mayoría, me arriesgaría a decir que es una catedral. En lugar del altar hay una piscina larga que comienza donde terminan las filas de bancos y tiene su fin muy atrás, prácticamente se pierde de vista; definitivamente debe ser una iglesia muy grande. Estoy totalmente desnudo, flotando en el agua de la piscina, relajado, creo que soy el Papa, Cardenal, o un Monseñor, no se muy bien qué, pero mi cargo es muy importante.
Salgo del agua, me visto con una bata blanca y subo unas escaleras de piedra que pasan desapercibidas, como si estuvieran escondidas en la pared. Al llegar al extremo superior me encuentro con un living de lo mas común: un cuarto blanco con unos sillones y una mesita, dos puertas en una de las paredes y no mucho más. Poco después de adentrarme en la habitación aparece tras de mí una promotora de ANDA que me ofrece afiliarme, pero le digo que "no, gracias", la evito y me meto en mi cuarto. No se cuanto tiempo pasa, pero salgo y la promotora sigue ahí, esta vez intentando afiliar a mis padres, que también buscan evitarla. Sin prestar mucha atención a la escena bajo las escaleras para volver a la piscina/altar.
Todo es oscuridad, alumbro con mi celular y veo a dos personas sentadas en los bancos delanteros. No se quienes son, me dicen algo que no logro entender. Vuelvo a las escaleras para perderme, pero esta vez desciendo.
Llego a una cueva, ahora visto una armadura, acabo de meterme en una especie de juego. Tallada en una de las paredes de la cueva está la estatua de una guerrera; los (aproximadamente) cuatro metros la hacen bastante intimidante, el hecho de que comienza a moverse la hace demasiado intimidante. Empieza a blandir su espada y ataca lanzando rayos láser desde sus ojos, por suerte tengo mi celular a mano y contraataco utilizándolo en el modo lanzallamas. El fuego parece no tener efecto en ella así que corro hacia la salida de la cueva, llego a un soleado jardín. Tengo que alcanzar la pequeña habitación que se encuentra en el otro rincón, atravieso el patio corriendo por el pasto y antes de llegar un espadazo me hiere el brazo, de todas formas entro a la habitación y me encuentro con la (para nada grata) sorpresa de que, como si de Droopy se tratara, la estatua está ahí adentro. Pongo música en mi celular y la guerrera de piedra comienza a bailar, creo que es el momento oportuno para atacar otra vez así que vuelvo a usar el teléfono como lanzallamas... mala idea, ella se dispone a atacarme nuevamente, intento escapar, es inútil. Game over.